Hace algunas semanas pensaba que la impronta creativa era algo exclusivamente humano, algo que nos diferenciaba fundamentalmente de las máquinas. Hoy puedo afirmar, después de mucho estudio sobre AI y redes neuronales, así como tras conversar con amigos del sector, que estaba completamente equivocado.
La AI tiene un valor distintivo, que es precisamente la capacidad para crear algo completamente nuevo a partir de la información disponible. No se trata de un simple copiar y pegar, ni de extraer partes y replicarlas; la diferencia radica en su habilidad para generar algo que no existía hasta ese momento. Esta capacidad se realiza siguiendo leyes exactas, creando nuevas combinaciones y evitando normas culturales, algo que casi escapa al alcance del ser humano.
Uno de los casos más conocidos es el de AlphaGo, una AI entrenada para jugar uno de los juegos de mesa considerado de los más difíciles de la historia. Después de varias derrotas y reentrenamientos, la AI realizó una jugada nunca antes registrada, dejando en jaque al experto contrario.
Todas las grandes disrupciones han ocurrido porque rompieron con lo establecido, ya sea en el inicio de un descubrimiento científico o en el surgimiento de una nueva corriente artística, y la AI tiene la valiosa capacidad de alucinar, si, alucinar y crear nuevas conclusiones, que lógicamente deben ser probadas. Esto puede no ser útil en tareas cotidianas o exámenes universitarios, de hecho se busca evitar, pero resulta esencial si queremos ampliar horizontes, ya sea en la ciencia o en el arte.
Entonces hoy creo que si, la AI puede tener grandes actos creativos.